Desde Blanco y Negro no apunto de
mi propia pluma. Eso fue en setiembre. Vaya que es mucho tiempo. Releo la nota
y me sorprendo de haber sobrevivido a
esos días. Enfermo y sin un céntimo, estuve punto de entregar todas mis monedas
de un sol de colección. De veras que dolió intercambiar -por un vaso de quinua
y dos panes con palta- mis monedas de
las ruinas de Kuélap y de Marca Perú. Afortunadamente, hay muchas de esta
última y ya le encontré remplazo.
Y hay circunstancias más
difíciles de sobrellevar que la ausencia de dinero. Verdaderos retos interiores
que fraguan y funden el alma. Mas, las pruebas concluyen; llegan a término
dichas circunstancias. Y nos mantenemos aún. Sorprende sobrevivir, ahora lo sé.
¿Quién no tuvo instantes en que pensó “No salgo de esta”? Sin embargo, aquí
estamos, mullidos y adoloridos por el golpe tal vez, pero vivos al fin; más
fuertes, más maduros, triunfantes del pasado.
Ea, pues, si todo ha de pasar, si
estamos dispuestos a ser mejores y enmendar faltas pasadas; ánimos y
felicidades por este año que languidece en su postrer mes: ha valido la pena
vivirlo.
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