Cuando vivía en Arequipa eran muy conocidas
las “lanchas”: unos autos de modelo antiguo que eran usados como transporte
público. No eran ni combis ni minibuses, eran automóviles como los que te llevan
a Arica en el Terminal, algo más grandes, chimeneas andantes de un metal que
parecía muy resistente. Hacía apuestas con mis conocidos que una “lancha” solo
sufriría rasguños si chocaba con un auto más moderno el cual quedaría hecho un
acordeón seguramente.
Los conductores de estas “lanchas” llenaban
sus autos con cinco a seis pasajeros, sin incluir al chofer. Cuando no tenías
más opción que subir allí, resultaba de veras incómodo el trayecto porque la
“lancha” solo se movía si estaba completamente llena, así que ibas muy
apretado, dolían los huesos y el automóvil no es que estuviera muy limpio. Si,
por desventura, se subía a tu costado una señora gorda, el sufrimiento se
multiplicaba exponencialmente.
Pues bien, estas “lanchas” que menciono,
hacían la ruta hacia Alto Misti en el límite del popular distrito de Miraflores, una
zona un poco alejada del Cercado, algo así como Pocollay para Tacna. Las
“lanchas” tenían una especie de paradero en la avenida La Paz y de allí, llenos
sus asientos, enrumbaban hacia Alto Misti. Como viví un tiempo por Miraflores, usé muchas veces
sus servicios.
La cuestión es que eran autos muy antiguos,
mínimo 25 años de antigüedad supongo, con conductores que no mostraban buen
trato (eso no es novedad) y, aunque eran modelos viejitos, a veces iban a una
velocidad que daba vértigo. El riesgo de ir al hospital Goyeneche por un
accidente de tránsito aumentaba si ibas en las “lanchas”, más aun teniendo en
cuenta que la ruta hacia Alto Misti era en vertical: la bajada en ocasiones
parecía de Rápidos y Furiosos.
Es por ello que, allá por el año 2008 o 2009,
no recuerdo bien, el alcalde provincial Balbuena hizo voto por descontinuar la circulación de
las “lanchas” debido a la mucha contaminación y el inminente peligro que
generaban*. Los transportistas de la ciudad, todos y muy unidos,
se negaron al “atropello de la autoridad municipal” y recuerdo que hubo varias
huelgas de transporte: tuve que caminar más de la cuenta y, cuando había
platita, pagar al particular que me cobraba el triple de lo normal o más.
Al final, y como mensaje a la autoridad y
también al poblador de Tacna, el alcalde arequipeño no dio su brazo a torcer a
pesar de las huelgas de transportistas, siguió con la fiscalización de las
“lanchas” y logró que dejaran de circular y dieran paso a unidades más modernas
y seguras, sin subir los pasajes, a
propósito. A diferencia de otras huelgas
que había visto en AQP, en esta ocasión el general del pueblo characato no
apoyaba ni remotamente el paro de transportistas. Este fue otro pilar del que
se agarró el alcalde. La cosa salió bien…
Hoy escuché en las radios locales que los
transportistas públicos de Tacna quieren subir sus pasajes por la última
ordenanza dada por la Muni de Tacna. A ver si los tacneños hacen causa común contra
este caprichito de los transportistas. Continuaré…
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* Bueno, es de suponer que existieron motivos más reales
aunque subyacentes.
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