Una crónica
es un relato, algo extenso muchas veces, que versa sobre un tema particular,
histórico (6ª acepción del DLE* a este artículo léxico) o de actualidad (7ª
acepción). En Tacna, a más de los “cronistas” periodísticos que pueda haber en
los actuales diarios locales, contamos con un cronista que se apunta con la
sexta acepción del Diccionario, me refiero al señor Fredy Gambetta (Tacna 1947).
Es
de todo punto encomiable la labor de Gambetta en el conocimiento y el aprecio
hacia nuestra ciudad por medio de sus diversos escritos, sea en libro, revista
o diario, en prosa o en verso. Quien lo niegue solo demuestra, como dirían antes,
pequeñez de espíritu. Don Fredy ya se tiene un puesto ganado en nuestra
historia y literatura local, junto con otros personajes locales que revaloran a
Tacna en su historia y su literatura. Es grato, por otra parte, que se le
reconozca ahora que aún vive y no, como solemos hacerlo los peruanos, luego de
ido.
Las
crónicas de Gambetta son buenas, aunque poco conocidas por el público
mayoritario. Tienen como eje esa “Tacna de antaño” tan añorada –a veces
exageradamente- por las personas de mayor edad de esta pequeña provincia.
Gambetta nos cuenta el pasado cercano de Tacna, en personas y parajes, con los
que él mismo convivió en su infancia y juventud; esa Tacna que eventualmente
apreciamos en las fotos antiguas que suelen colgar en agosto por el Facebook,
la misma que a veces nos contaban los abuelos dando algún suspiro.
A
propósito, y sin infravalorar la labor de don Fredy, ¿podríamos pedirle alguna crónica dedicada a la actualidad de la ciudad?
Démonos una vuelta por Tacna. La realidad de nuestro ahora, en verdad, es
más prosaica que antes: nos hallamos inundados de cables y luces artificiales,
a veces ya se habla más con el celular que con la familia, se juega con una
pantalla y no con la gente, ya nadie se reúne a escuchar historias, los
noviazgos se han tornado anodinos, cuando no solamente carnales, etc. Pero debe
intentarse, pues por lo demás, hay mucho por contar. Bueno, es cierto, quizá
este trabajo ya no motive a los mayores. Tal vez, ya no sienten a la ciudad
como suya, la que vivieron en sus mejores épocas. Raúl Porras, hablando de
Lima, quizá expresara un poco la desazón por la modernidad de nuestros mayores
cuando hablaba de “la carrera desenfrenada de los últimos años para
convertirnos en una congestionada y ruidosa megalópolis con edificios sin
raíces en el paisaje y olvido de nuestras mejores tradiciones espirituales y
artísticas”.
¡Pero
aún es Tacna! Somos tacneños, aunque nuestros padres o abuelos hayan nacido en
Puno o California. Aquí pasaron Zela, Albarracín y Vildoso. Aquí vimos la
primera luz de la vida, vida que identificamos con el heroísmo de las
generaciones pasadas, pero también con nuestras ferias, universidades, nuestras
reuniones en las plazas, el asfalto maltrecho, los postes eléctricos y las
combis. Vamos, don Fredy, hay mucho que escribir.
Y
los demás tacneños que tienen alguna vena literaria, anímense a redactar crónicas
sobre esta nueva Tacna del XXI, esta que ya no es tan monolítica, que se
enriquece del aporte de distintas zonas del país y fuera de él.
Tengo
un listado de ideas para posibles crónicas actuales. Los quiero anotar en una
entrada aparte.
De
Fredy Gambetta sus Crónicas que vivan por siempre, y que vengan nuevas.
Tapa de la Nueva Crónica del Tiempo Viejo, una de las obras más conocidas de Gambetta Uría.
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* DLE: Diccionario de
la Lengua Española, sucesor del anteriormente conocido como DRAE (Diccionario
de la Real Academia Española).
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