La gente pobre, como yo, va a su chamba en las
famosas combis públicas más por necesidad que por deseo. Si tuviéramos plata
iríamos en taxi o nos compraríamos una chatarrita; hasta una moto scooter sería
mejor que ir en esas latas de sardinas con choferes desaseados y cobradores
malcriados, medio malandrines. Sin contar, claro, el inminente riesgo que
tenemos de irnos al cielo en un espectacular accidente que actualmente es pan
de cada día*. Ya en otras ocasiones escribí algo sobre el tema del transporte
público en Tacna en Al fondo hay sitio 1, Al fondo hay sitio 2 y
Al fondo hay sitio 3.
Pero hoy, quiero centrar el asunto en los
cinturones de seguridad. No recuerdo hace cuántos años un presidente, o un
Congreso, aprobó una ley que obligaba a todos los choferes a usar el susodicho
cinturón de seguridad, so pena de multa. Esto a causa de las muchas muertes que
ocasionaba su poco uso. Al cabo de menos de un año, ya parecía que los
conductores habían aprendido a usarlo y el Gobierno en los medios de
comunicación se felicitaba por haber conseguido tan importante logro en la
educación vial peruana y sin tanto esfuerzo ni gasto. Hoy, al cabo de algunos
años más, vemos a casi todos los conductores usando el cinturón de seguridad,
cumpliendo y haciendo cumplir esta elemental norma de tránsito ¿o no?
Tenemos que tomarnos un poco más de tiempo para
ver si lo anterior es completamente cierto, o no. En la combi (o minibús, o cúster), cuando uno
se pone en el asiento del copiloto, más de una vez nos olvidamos de ponernos el
cinturón de seguridad, porque la ley también debería estar aplicada a los
pasajeros. Es entonces cuando el chofer, a veces, nos pone al tanto con frases
como “Póngase el cinturón, joven”,
“Cinturón, cinturón”, “ponte la correa pe, broder” o alguna fórmula similar.
A mí me ha pasado.
Ahora, ¿y qué con los choferes? ¿Ellos se ponen
en serio el cinturón de seguridad? Si nos fijamos bien (hagamos el intento),
muchos de ellos llevan puesto el cinturón de seguridad de finta nomás, de
mentiras. No se lo abrochan, lo que viene a ser lo mismo a que no lo tuvieran
puesto. Una vez tomé una foto a uno de estos choferes, arriesgando mi vida:
Y no son pocos los que copian esta forma de
“ponerse” el cinturón de seguridad. Quiere decir, que se están vacilando con la
ley, la están cumpliendo en apariencia, solo pa que el tombo no friegue, para no pagar la multa o coima. Como se
dice por ahí, hecha la ley, hecha la trampa. El ingenio del peruano, una vez
más, se usa para burlar la autoridad; ojalá la usáramos para ser más productivos.
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* Es conocida por todos la noticia del niño de seis años atropellado hace no muchos días en Tacna, lo cual llena de tristeza y enfado
hacia los malos conductores y la mala educación vial.
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