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No soslayemos, por último, lo siguiente: una perspectiva más sencilla ilustra que Tacna se encuentra en una situación más o menos buena. Hay negocio, precios y productos asequibles debido a la baja inflación, poca contaminación, relativa calma social, fútbol profesional* , clima benigno, sencillez de espíritu (no hallo otras palabras para definir el hecho de que nuestra juventud no es tan «maleada» como en otras ciudades). Servicios básicos como la electricidad tienen un alcance generalizado. Cierto es que el agua llega poco y mal a nuestros hogares –aunque hasta ahora no he oído de muertes a causa de la sed-, pero esa deficiencia no es imposible de solucionar. El alcantarillado, por lo que me dicen, se va incrementando en las zonas carentes de él. En torno a alimentación, vestido y vivienda, Tacna sobrepasa a gran parte de las ciudades del Perú. La vida aquí, laboriosa, tranquila, sin grandes sobresaltos, sin gran miseria, ajena a los grandes grupos y poderes, como siempre ha sido siempre.
En las circunstancias descritas, ¿para qué buscar engrandecerse más y más? La única respuesta que haría digna tal búsqueda es que, con más ingresos a la ciudad, más trabajo y menos pobreza general. Luego, la utilidad de hacernos sobresalientes estaría en el prestigio (es decir, soberbia) que adquiriríamos ante otras ciudades [Y qué había de malo en ello?, octubre de 2011.] . El arribo de mayores ingresos, de grandes obras y eximias propuestas, además de proporcionarnos honra, satisfaría nuestras necesidades terciarias y hasta cuaternarias; en fin, con el tiempo, nos tornaríamos consumistas: toda una ciudad moderna.
Y, ¿no es esa misma motivación la que han tenido los países para hacerse grandes y poderosos?
Sigamos, pues con su tendencia.
A causa de nuestra escasa población y ambición generales para dejar de ser menores, Tacna continuará por un tiempo indeterminado en su situación de ciudad secundaria, subsede de subsede** . Tiene que modificarse nuestra actitud ante todo. Ello no ocurrirá de la noche a la mañana, ni tampoco debido sólo a que alguien lo diga. Nos encontramos ante el hecho de un Perú que recobra paulatinamente una autoestima que nunca debió abandonar. Tacna, si se anhela cada vez mejor, ha de adelantarse unos pasos a esta excelente tendencia nacional. Este Perú que vuelve a ser la Tierra del sol*** es la muestra que no podemos perder de vista: país tan sufrido en todo aspecto está recordando y retomando un brillo que tuvo en el pasado, no per se, sino para crear un mejor futuro.
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* El Bolo acaba de salvarse de la baja. [Lo que, sabemos todos, ya no es así, lastimosamente, octubre de 2011.]
** Insisto, esto es debido a ignorancia, no -al menos mientras se pruebe lo contrario- a un espíritu empequeñecido.
*** Aludo al coro de la última canción de los NSQ&NSC.
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