Soy de TACNA, y escribo desde acá ocurrencias propias y no necesariamente por coyunturas.

martes, 26 de agosto de 2014

EL ARDIENTE SILENCIO II

El libro, mencionado en el post de ayer, pretende novelar, entre otros, tres hechos históricos sucedidos durante el Cautiverio de Tacna: tres intentos de los chilenos para vendernos su país a cambio del nuestro.

·         La expulsión de los maestros peruanos
·         La expulsión de los sacerdotes peruanos
·         La eliminación de los periodistas peruanos

Estos tres son, como dice el mismo Gambetta en un lugar: «los tres pilares sobre los que descansaba la empecinada resistencia a los afanes chilenizadores». A continuación, presentamos fragmentos de la obra que representan estos sucesos:


LA EXPULSIÓN DE LOS MAESTROS PERUANOS

28

-…El segundo paso será, sin duda alguna, notificarnos para que cerremos las escuelas. Por lo tanto, en estos momentos, frente a esa situación, solamente nos queda unirnos con la convicción profunda de que si estamos unidos les será difícil vencernos. Las autoridades chilenas deben saber que si nos impiden abrir las puertas de nuestras escuelas estas funcionarán a puerta cerrada y que cada hogar ocupará nuestro lugar.

-  Bien dicho Federico, ese es nuestro pensamiento – dijo el poeta Pedro Quina Castañón.


31-32

La señorita Cáceres tomó el papel y lo leyó mientras, en el pequeño patio, los niños jugaban. Era la hora del recreo. Zoila Sabel, mujer de temple, palideció mientras leía :”Por disposición superior se notifica a  usted para que en el plazo de 24 horas cesen sus funciones y se cierren los planteles de enseñanza peruana en territorio chileno. Se dará por notificado, firmando al pie del presente, a fin de cumplir con las órdenes impartidas por el Supremo Gobierno de Chile”
Al terminar la lectura del documento, la maestra miró fijamente a los ojos del Prefecto de Policía quien bajó la mirada.
- Tome nota señor Prefecto -  dijo la Directora -  que como peruana y tacneña mantengo y mantendré abiertas las puertas de esta escuela. Dígale al señor Intendente, con todo respeto, que la suscrita no se amilana ante la notificación y que si desea clausurar el plantel que venga personalmente a cerrarla. Es todo. Buenos días, señor.


Zoila Sabel Cáceres



33

Doña María, ha visto usted la desvergüenza. Cerrarnos las escuelas, por Dios las cosas que tenemos que ver – decía Melchora, la lechera.
- Melchorita, qué culpas estaremos pagando – repuso con tristeza María Liendo.
 - Una casera que viene de Arica dice que allá es igual, doña Marujita.
- Tiene que ser igual. Los rotos quieren quedarse con Tacna y Arica, a  toda costa.

  
LA EXPULSIÓN DE LOS SACERDOTES PERUANOS


64

 ¡Qué hacer, Presbítero! Hemos luchado hasta el fin pero más puede la fuerza brutal de los que no tienen la razón. Lo siento por este buen  pueblo de Dios que ve como, cada día que pasa, se aleja la esperanza de retornar al suelo peruano.

- Dirá usted a la administración del Perú, querido hermano Guevara.  Este suelo ha sido, es y será por los siglos de los siglos peruano. Un bien que se hurta no pertenece al ladrón jamás sino al verdadero  dueño – replicó don Vitaliano Berroa y Bernedo, Camarero Supernumerario de Su Santidad y Vicario de San Marcos de Arica.


66

- Señor Gobernador, acompañaré a los sacerdotes.
- No hay autorización para que nadie los acompañe. Diga usted a la gente que se retire, por favor Barreto, no insista, no cause problemas  hombre. Ustedes, los periodistas, son muy intransigentes.

Los sacerdotes Cáceres, Tocafondi, Indacochea y Quiroz apenas si terminaron de bendecir a los fieles. En el local de la comisaría los subieron en dos carruajes que raudos salieron hacia la calle del cementerio.

- ¡Viva el Perú¡ ¡Viva el Perú¡ - gritó un sacerdote en las afueras de la ciudad, por la avenida del río  Caramolle. Hasta allí el pueblo los había acompañado.


75-76

(hace recordar a las escenas de pio vi llevado al destierro que cuenta chateaubriand)
Cuatro horas estuvieron incomunicados, en sendos calabozos. Al promediar las tres de la tarde los sacaron al patio y, sin decirles palabra, les señalaron unas enclenques mulas, ordenándoles, con gestos, montarlas. En la plaza del Teatro se reunió un número apreciable de vecinos. La noticia de la detención de los curas se había extendido por la ciudad.
 Íbamos en medio de una guardia formada por treinta carabineros armados.
Peor que a delincuentes nos trataban. ¡Treinta carabineros para dos curas que no teníamos más que un maletín de viaje y un cáliz¡ A lo lejos divisamos a los grupos de tacneños que nos hacían adiós.

- Mi capitán, mejor vamos por el barrio Caramolle, en medio de las chacras, así nos evitamos enfrentarnos con los grupos de cholos.

- Tiene razón, Peña. Este estado de cosas me está llegando hasta la  coronilla. Cualquier día no habrá más remedio que dispararles a ver si dejas de fregar la pita.

- Es que son rejodidos, mi capitán.

Lentamente subimos el cerro Intiorko. Otra vez la misma travesía, el inmenso arenal, gris. El pensar en la resistencia de las bestias que nos  guiaban por esa soledad. Abajo quedaba Tacna, en silencio. Apenas si llegaba el rumor del río Caplina, el lejano ladrido de los perros o el chiflido de los muchachos. Al voltear, en una curva del camino de herradura, perdimos la visión de la ciudad querida. Como era verano, en el horizonte, al sur, vimos, pequeñito, el Morro de Arica. Recordamos a la buena gente que vivía allí en el puerto. Nuestra buena gente peruana. Aquella a la que habíamos bautizado, casado a sus hijos o dado la extremaunción a sus parientes. Nuevamente nos expulsaban. ¿Hasta cuándo?¿Sería para siempre?¿Nos desaparecerían en la frontera? Fácil sería para ellos decir que nos habíamos rebelado, que los agredimos. ¿Quién podrían afirmar lo contrario?

- Hasta acá terminó mi misión. Se quedan el oficial Contreras y ocho carabineros. Acompañen a los curas y sigan las instrucciones que les han dado. Nada de contemplaciones. Qué no les queden ganan de regresar. ¿Qué tales curitas? Esto se llama ir por lana y salir trasquilados. ¡Adiocito curitas¡.


 Clausura de la Iglesia San Ramón de Tacna. año 1910.


Sacerdotes peruanos expulsados de Tacna y Arica por las autoridades de ocupación chilena. De izquierda a derecha sentados: José M. Flores Mextre y J. Vitaliano Berroa, párroco de Tacna y Arica respectivamente (De pie: Francisco Quiroz, Teniente Cura de Tacna; Juan Indacochea Zeballos, cura de Codpa; José Félix Cáceres, cura de Tarata; Juan G. Guevara, auxiliar de la parroquia de Arica.-1910).


LA ELIMINACIÓN DE LOS PERIODISTAS PERUANOS

121

- Federico, sabemos que Chile solamente puede crecer a costa de la  rapiña. Sabe Dios que otras riquezas, además del salitre y del guano, guardarán Antofagasta, Iquique, Tarapacá y nuestras provincias.
- ¿Qué podemos hacer?
- Puede ser que se trate de acciones para atemorizar a la población y  que no lleguen a mayores. Hemos soportado en el diario dos agresiones fuertes. Creo que estamos en condiciones de soportar a pie firme una tercera y una cuarta si fuera necesario.
- Estamos en la lucha por lo nuestro y no cejaremos, ¿verdad?
- Tendrán que incendiar la imprenta estos malditos, matarnos para que dejemos de escribir en nuestra ciudad.


Hechos que hablan de lo sucedido la noche del 18 de julio de1911

125

- ¡Si el peruano monta al macho, lo bajamos a cocachos¡
- Qué ingenioso, ¿quién gritó?
- Quién va  a ser, pu, sino el Florencio Tornero. ¿No lo conoces?
- ¡Claro que sí¡ ¡ Salud, Viva Chile¡
- Este gentío es impresionante, don Amador. Son más de ochocientos  patriotas chilenos.
- Eso es. ¡Patriotas! Patriotas que dejan todo para venir a reclamar la chilenización de Tacna y Arica.
- ¡No queremos más panfletos, ni más Freyres, ni Barretos!
- ¡Bravo¡ ¡ Viva Chile!
- ¡Mueran los cholos¡
- ¡Qué mueran¡

126

Bien doctor Allende, diga su palabra de chileno bien nacido.
 - ¡ Qué viva Allende¡ ¡ Viva Chile¡ ¡ Qué viva! ¡Abajo los cholos¡¡ Abajo!
- Compatriotas, esta es una noche maravillosa en la cual nos hemos  reunido hijos de la patria procedentes de varios puntos de nuestra extensa geografía, para decirle, en primer término a las autoridades, que aquí estamos y que aquí nos quedaremos, que no estamos dispuestos a movernos de estos territorios que costaron la sangre de nuestros mayores.
- ¡ No nos moveremos¡ ¡ No nos moveremos¡ ¡ Viva Chile, mierda¡


130

- Vamos llegando a LA VOZ DEL SUR. Hay que gritar más fuerte.
- Los Barreto son unos envalentonados. Tal vez estén dentro del diario.
- ¡A patear las puertas! ¡Fuera cholos de mierda¡ ¡ Acabemos con los cholos¡ ¡ Mueran los Barreto¡ ¡ Qué mueran¡
- ¡ Incendiemos la imprenta¡ ¡ A incendiarla¡ ¡ No queremos más  panfletos, ni Freyres, ni Barretos¡
- ¡ Conviene darle su merecido a LA VOZ DEL SUR, que no quiere  ser del NORTE, del norte de Chile¡ ¡ Mueran los Barreto¡ ¡ Qué mueran¡


131-132

- ¡Este es otro bastión de la cholería¡ ¡ El Club Unión¡ ¡ A quemarlo¡
- ¡Vamos pu Florencio, tú que eres guapo¡
- ¡Mueran los cholos ¡ ¡ Qué mueran¡ Eso, bien. A pedradas  agarraremos el club, que quede huella de nuestro paso en las puertas, en las ventanas. ¡Dale, eso¡ ¡ Eso¡ 
- Qué no encuentren ningún vidrio completo. ¡Qué se jodan los cholos¡ Avancemos, compatriotas.
- ¡ No queremos más panfletos, ni Freyres, ni Barretos¡
- Vamos llegando a la Plaza Colón. Oiga, que relinda pileta. No he visto en las plazas de Chile otra igual. Mire ¿ve?  Qué bien se trataban los cholitos.
- Pero si tenían todo el salitre del sur. Eran ricos.
- Oye, fíjate que bien luciría esa pila en Santiago. ¿Te imaginai, pu  cabro?
- Compatriotas, ese es el local de la imprenta de EL TACORA, uno de  los más furibundos diarios antichilenos.
- ¡ A quemarlo¡ ¡ A quemarlo¡ ¡ A quemarlo¡


DATOS EXTRAS

Sobre el poeta Barreto: p. 82

-…Eso es. Escribir y escribir. No dejar de crear, Federico. Tus versos se  pasan de mano en mano. No sabes cuánto ha calado en la juventud ariqueña tu HIMNO ROJO y PRINCE y tantos otros poemas. ¡Ah, amiguito, y tus versos de amor, me olvidaba. Picarón, más de una tacneñita me dicen que se ha sentido aludida. Divinos los poetas – dijo Gerardo.


P. 138 Sobre Olga Grohmann y Jorge Basadre

- ¡Increíble, señora Olguita, increíble¡ Si parece una pesadilla.
- Nada es increíble. Estos desalmados rotos son capaces de las peores atrocidades. No tienen alma.
- Señora Olguita, han destrozado por completo las imprentas de LA VOZ DEL SUR y de EL TACORA.
 - No tienes que contármelo, María. Lo he visto con mis ojos. Detrás de la ventana, temblando de miedo, junto a mis hijos, hemos contemplado el saqueo de EL TACORA y de la sastrería Raiteri. Jorgito, mi hijo de siete años, ha sido testigo de esta barbarie. Para una mujer viuda, es duro explicar a los niños. Jorgito es un chico muy maduro, muy inteligente. Y muy sensible.


 José María y Federico Barreto.

Portada de una edición (posterior a 1911) de La voz del sur




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