En el Referéndum de hace unos años, únicamente Arequipa apostó por la unión de departamentos. Verdad que ésta, de darse, le habría resultado beneficiosa. Por ello en nuestras ciudades se pensó (con algo de razón) que los del Misti acapararían ingresos y otros. Siendo más objetivos, esta unión se aparece hasta necesaria; naturalmente, Arequipa tomaría el mando de la nueva Región, y -sí- también echaría agua para su lado, lo cual se esperaría que no fuera un acaparamiento descarado. El problema radicaría en que la «regencia» characata, a más de no ser bien vista por la mayoría de nosotros, podría perpetuarse, si no tenemos la decisión suficiente para hacernos mayores. No deberíamos situarnos para siempre a la sombra de una o varias ciudades grandes, dando pasos adelante si, y sólo si, ellos los dan también. Pero si ella o ellas adelantan vamos a estar en mejores condiciones que si los limeños o las ciudades del Norte se crezcan y eclipsen a las del Sur.
Tal estado de cosas se daría siempre que Tacna sea menor que Arequipa. Que el Perú entero avance, sea; pero el Sur no debe limitarse a pisar las huellas de limeños y norteños. Corresponde a los mistianos quiérase o no aceptar-, con nuestra ayuda de cierto, relanzar la Región toda, aun a costa de jalar a rastras a cusqueños y puneños, tan paradójicamente feroces como somnolientos.
Aclaro finalmente: no es que debamos depender de otros, pero aún los necesitamos para desarrollarnos.
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