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Sin embargo, y como se ve a menudo, toda sociedad puede agruparse cuando un interés o posesión considerada demasiado importante, sea seriamente amenazado; unido esto a todo tipo de incitaciones por parte de los representantes de tal sociedad, como se vio en los casos tacneños y moqueguanos últimamente.
Entonces sería redundante hablar del poder de la identificación arequipeña con lo suyo. Pero ¿no notamos que la suya es más que la nuestra y de varias otras? ¿No es Arequipa «en pie de lucha» la que mueve al Sur entero a seguirla en los paros macrorregionales?
En consecuencia he empezado a mirar, sea por madurez o senilidad, en extremo difícil la idea que Tacna sea el referente económico y social del sur peruano. Es en verdad, al menos por ahora y hasta dentro de unos años, muy ilusorio ese pensamiento. Como país, tenemos los recursos para elevarnos (no sólo materialmente hablando), no es utópico nuestro engrandecimiento; de cierto es necesario un cambio mayúsculo en nosotros y nuestra realidad concreta. Tacna, como ciudad peruana entre otras ciudades peruans, no pareciera contar con el suficiente sostén de historia continua, antepasados preclaros, o metas trazadas como base firme para ir adelante más velozmente que sus vecinas.
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