Soy de TACNA, y escribo desde acá ocurrencias propias y no necesariamente por coyunturas.

jueves, 12 de febrero de 2015

112 AÑOS DE BASADRE

Hace años, un febrero como este, mes de aniversario por el Natalicio de Basadre, a un amigo y a mí se nos ocurrió salir a la calle y fungir de periodistas. Salíamos a hacer reportajes, a encuestar en las plazas; yo escribía artículos sobre cualquier tema del momento, visitábamos lugares para hacer notas. En fin, todo lo que no se aprende en las clases de la escuela de Ciencias de Comunicación de la U (de ahí que siempre he considerado inútiles esos cursos). Llegamos incluso a formar parte de un programa de radio como ayudantes, y luego hasta tuvimos uno propio. Esa es otra historia.

Cierto día, por el mes de Basadre, quisimos informarnos sobre el tema un poco más. Fuimos a lo que era el Rectorado en la calle Alto de Lima y pedimos una entrevista con un encargado. Increíblemente, nos la concedieron. Esperamos una rato y luego nos hicieron subir a una oficina en donde estaba un señor llamado Darly Salas, creo. El tipo resultó saber mucho sobre Basadre. Nos felicitó por ser tan jóvenes y curiosos de nuestro Historiador y nos animó a seguir adelante. Aunque mi amigo ahora se dedica a la vagancia y procrastinación, yo sí he tomado algo del aliento del señor Salas y me considero persona informada y consciente del legado de don Jorge Basadre.

Acabada la cita, el caballero nos regaló unas  revistas de la Universidad que hablaban sobre Basadre. Supongo que eran las ediciones para febrero de ese año. Lamentablemente he perdido el original que me dio, pero recuerdo la portada, me es inolvidable: en imagen grande aparece una fotografía del Historiador de la República, con esa prominente frente ampliada por la ausencia de cabello y una mirada serena, casi patriarcal, y a un costado una frase suya que, con el paso de los años, descubrí que pertenecía a la Nota Preliminar de la quinta edición de su Historia de la República de 1962. Es un fragmento muy bonito que he recordado hoy y quiero compartir a modo de homenaje, que sus palabras son mejores que las mías, a no dudarlo:

«Tomar conciencia de la historia es hacer del pasado eso: pasado. Ello lleva a aceptarlo como carga de gloria y de remordimientos, pero implica, además percibir que lo muerto, por el hecho de haber vivido en forma irrevocable, ya dejó de ser y hay que asimilarlo al patrimonio del presente. Somos productos del ayer y estamos viviendo en parte en lo que de él quedó al deslizarse para convertirse en presente, por todas partes nos rodea; pero, a la vez, tenemos que afrontar nuestra propia vida con sus propios problemas, como individuos, como generación, como pueblo, como Estado, como humanidad».  

 
 Yo recuerdo que esta  era la imagen de portada de esa revista.







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