Soy de TACNA, y escribo desde acá ocurrencias propias y no necesariamente por coyunturas.

viernes, 4 de octubre de 2013

DE LA VERDADERA Y PERFECTA ALEGRÍA

DE LA VERDADERA Y PERFECTA ALEGRÍA 

El mismo fray Leonardo refirió allí mismo que cierto día el bienaventurado Francisco, en Santa María, llamó a fray León y le dijo:

– «Hermano León, escribe.»

El cual respondió:

– «Heme aquí preparado.»

– «Escribe –dijo– cuál es la verdadera alegría.

Viene un mensajero y dice que todos los maestros de París han ingresado en la Orden. Escribe: No es la verdadera alegría.

Y que también, todos los prelados ultramontanos, arzobispos y obispos; y que también, el rey de Francia y el rey de Inglaterra. Escribe: No es la verdadera alegría.

También, que mis frailes se fueron a los infieles y los convirtieron a todos a la fe; también, que tengo tanta gracia de Dios que sano a los enfermos y hago muchos milagros: Te digo que en todas estas cosas no está la verdadera alegría.

Pero ¿cuál es la verdadera alegría?

Vuelvo de Perusa y en una noche profunda llegó acá, y es el tiempo de un invierno de lodos y tan frío, que se forman canelones del agua fría congelada en las extremidades de la túnica, y hieren continuamente las piernas, y mana sangre de tales heridas.

Y todo envuelto en lodo y frío y hielo, llego a la puerta, y, después de haber golpeado y llamado por largo tiempo, viene el hermano y pregunta: ¿Quién es? Yo respondo: El hermano Francisco.

Y él dice: Vete; no es hora decente de andar de camino; no entrarás.

E insistiendo yo de nuevo, me responde: Vete, tú eres un simple y un ignorante; ya no vienes con nosotros; nosotros somos tantos y tales, que no te necesitamos.

Y yo de nuevo estoy de pie en la puerta y digo: Por amor de Dios recogedme esta noche.

Y él responde: No lo haré.

Vete al lugar de los Crucíferos y pide allí.

Te digo que si hubiere tenido paciencia y no me hubiere alterado, que en esto está la verdadera alegría y la verdadera virtud y la salvación del alma.

jueves, 3 de octubre de 2013

BICENTENARIOS EN TACNA

Hoy se cumple otro de nuestros bicentenarios nacionales. Y, al igual que el caso de Francisco Antonio de Zela, la nota viene de, cómo no, la Heroica Tacna. Son 200 años de la Rebelión de Enrique Paillardelle en nuestra ciudad. Las autoridades han hecho lo que estuvo en sus manos (quizá no lo suficiente) para no dejar pasar desapercibida esta honrosa fecha para nuestra ciudad; inclusive se decretó embanderamiento general, el cual no fue respetado. Pena, porque es un acontecimiento digno de mayor interés por nuestra parte. Apoyaré con lo que pueda. Conozcamos al dueño de la fiesta. 
El siguiente artículo lo tomé de la web. Los créditos aparecen, como debe ser siempre.


LA REBELIÓN DE TACNA DE 1813
          Efrain Choque Alanoca / Fredi Quispe Lima
                
La rebelión protagonizada por el pueblo de Tacna y dirigida por Paillardelle, y Calderón de la Barca, permitió el desarrollo en suelo peruano de la primera acción armada separatista contra el dominio colonial español. Dos años antes –1811- el movimiento de Zela solo tuvo un carácter reformista y autonomista, es decir luchó contra el Virrey pero no contra el Rey; el de Paillardelle fue verdaderamente radical y antisistema para entonces.

        El 03 de octubre de 1813, el teniente coronel don Enrique Paillardelle insurreccionó Tacna junto a otros patriotas. Existen diversas versiones contradictorias en cuanto a su lugar de nacimiento. Mitre en su “Historia de Belgrano” decía que era peruano (natural de Lima),  y en la “Gaceta de Buenos Aires” en su edición extraordinaria del miércoles 2 de agosto de 1815, cuando se publicó la sentencia que recayó sobre él, dice que era de Cádiz. Benjamin Vicuña Mackenna en su “La Independencia en el Perú” dice que era “un distinguido peruano, aunque de origen francés y nacido al parecer y por acaso en Buenos Aires”, en tanto que para Cùneo Vidal era nativo de Francia. El historiador argentino Yaben, R. Jacinto, capitán de fragata(r) en su obra: Biografías Argentinas y Sudamericanas dice: “Enrique Paillardelle  nació en Francia, donde prestó servicios en la marina desde el año 1796 y en la que, según su exposición, alcanzó el grado de alférez de navío. En 1802 pasó al Perú acompañando a su señora madre, que era limeña y que falleció en esa ciudad, en 1810”. Adherimos la versión de Yaben, porque para su redacción se contó con información documentada existente y reproducida por el Archivo General de la Nación Argentina.

         Estaba confinado en Tacna cuando se pronunció contra los realistas en 1813, sublevándose el 3 de octubre de aquel año, en combinación y con instrucciones precisas del general argentino Manuel Belgrano. Proclamó la independencia, haciendo intimaciones a las autoridades coloniales de Arica y de las ciudades de Moquegua y Arequipa, pretendiendo que lo secundasen, y previno al intendente de esta última, le entregase a su colaborador don Manuel Rivero que estaba allí preso, amenazando en caso negativo con “pasar a cuchillo” a los españoles que hubiese en Tacna.

         En respuesta inmediata, salieron fuerzas de Arequipa a las órdenes del coronel García Santiago, y se reforzaron en Moquegua con dos cañones más. Los de Tacna presentaron heroica batalla en Camiara (exactamente en el punto de la vìa que unìa Sitana con Locumba), el 31 de octubre de 1813, conduciendo Paillardelle una bandera argentina, pero sus partidarios fueron derrotados y dispersados, muriendo 6 y quedando 15 prisioneros, ocupando la ciudad de Tacna, el coronel Santiago, en la que sólo encontró mujeres.

         Después de este fracaso se incorporó al Ejercito Auxiliar del Perú, conjuntamente con su hermano Antonio Paillardelle, al cual había nombrado de propia autoridad “teniente coronel y comandante de cazadores de la costa occidental”. Ambos fueron reconocidos en esta jerarquía por el Gobierno de Buenos Aires: Enrique el 30 de diciembre de 1813, y Antonio el 2 de septiembre de 1814.

         Enrique Paillardelle continuó prestando servicios en el Ejèrcito del Norte hasta abril de 1814, fecha en que ambos hermanos pasaron a Buenos Aires a “tratar varios asuntos particulares”, según los términos de su solicitud, con anuencia y pasaporte expedido el día 8 de aquel mes, por el general San Martín. En el ejèrcito del norte, Enrique Paillardelle presidió en los primeros meses de 1814, la Academia de Matemáticas fundado por San Martín, y abrió el 25 de febrero del mismo año otra de aritmética y geometría, para la instrucción de los oficiales que deseasen voluntariamente estudiar tales materias.

         Posteriormente a su llegada a Buenos Aires, Paillardelle pasó al ejército de la Banda Oriental del General Alvear, que sitiaba a Montevideo y después de la rendición de esta plaza, fue designado con el cargo de comandante del puerto de aquella ciudad.

         Tan pronto el general Alvear escaló la Dirección Superior del Estado, designó el 13 de enero de 1815 al teniente coronel Paillardelle, comandante de la Fortaleza, que siendo ella la residencia del gobierno y no teniendo destino alguno de guerra, equivalía a un cargo análogo al de intendente de palacio, que en nuestros días sería algo como jefe de gabinete.

          La revolución de Fontezuelas que derrocó a Alvear el 3 de abril de aquel año, fue singularmente funesta para el desgraciado Paillardelle: la “Comisión Militar”, especie de tribunal revolucionario creado por el partido que surgió  a raíz de la revolución militar, condenó a la pena de muerte a aquél, en el cual fue ejecutado a las 10 de la mañana del 2 de mayo de 1815.

         El mismo tribunal condenó al teniente coronel Antonio Paillardelle (que el 31 de marzo de 1815 había sido destinado a la brigada de ingenieros), a la pena de destierro “para siempre de las Provincias Unidas” y enviado a disposición del caudillo José Artigas, conjuntamente con los coroneles Ventura Vázquez, Matías Balbastro y Juan Fernández; los comandantes Ramón Larrea, Antonio Díaz y Juan Zufriategui, como vìctimas propiciatorias. Aquel caudillo tuvo la nobleza de rechazar el horrible presente de carne humana que se le brindaba, expresando, que no era el verdugo de la ciudad de Buenos Aires. Antonio Paillardelle desapareció de la escena pública de los pueblos del Plata.

         El 29 de noviembre de 1813 el comandante Paillardelle presentó un plan de operaciones a desarrollar en el Alto Perú, en el cual también describe los hechos en que le tocó actuar antes de incorporarse al ejército de Belgrano.

         Las causas y motivaciones.
    
El primer ejército auxiliar del Alto Perú, había llegado hasta la margen sur de Desaguadero en 1811, el representante de la junta revolucionaria, el Dr. Juan José Castelli, en observancia de instrucciones de la Junta de Buenos Aires, despachó emisarios secretos al interior del Bajo Perú, que llegaron hasta Lima, y los pueblos interiores incluido Tacna, a fin de preparar la insurrección. En efecto, Tacna respondió con un levantamiento el 20 de junio de 1811 a espaldas del ejército de Goyeneche situado al norte del Desaguadero. Al frente de este grupo animoso de patriotas estaba un joven limeño criollo llamado Francisco Antonio de Zela. Este levantamiento fue el primer antecedente antes del movimiento insurreccional que protagonizò Paillardelle dos años después.

Tacna, hace doscientos años era geográficamente estratégica para la libertad de los pueblos del Bajo Perú. Mitre en su “Historia de San Martín” describe así: “Es Tacna un oasis, situado en una planicie al pie de Tacora, que tiene por puerto a Arica, y que en comunicación con los valles circunvecinos de la costa y la inmediata región andina, constituye el centro comercial de la sierra del sur del Bajo Perú y del norte de arrieros de distintas procedencias, que introducían las  mercaderías a La Paz, Puno y Arequipa, importaban los azúcares del Cuzco, los aguardientes de Moquegua, las quinas de Calizaya, y eran el vehículo de un activo tráfico de mulas que se efectuaba entre las provincias argentinas del Norte y el Alto Perú. Por su fisonomía especial y por sus viajes lejanos, su activo contacto con el mundo exterior, y por su fortaleza en las fatigas, los arrieros tacneños formaban una especie de raza  nómada dotada de energía moral y con nociones más amplias de las cosas que los viven aislados en los valles agrícolas y en las asperezas de la sierra. Estos fueron los primeros revolucionarios en acción del Perú”. (1)

La segunda expedición del ejército argentino al Alto Perú bajo el mando del general Belgrano, reanimaron las esperanzas de los patriotas peruanos. Antes, las armas realistas habían sufrido grandes contrastes en Tucumán y Salta (1812 y 1813). Al regresar a sus hogares los capitulados en Salta especialmente, quienes la mayor parte eran naturales de las populosas ciudades de  Cuzco y Arequipa, ellos propagaron por toda la sierra la noticia de la derrota y catástrofe del ejército españolista, y el avance  triunfante del ejército argentino.  El general español  Andrés García Camba en sus memorias dice: “…los oficiales capitulados y juramentados en Salta, muchos de ellos imbuidos de nuevas ideas y fue voz pública que empezaron a promover conferencias y juntas clandestinas, de cuyas resueltas se divulgaron especies subversivos que no dejarían de influir en la sensible deserción que menguaba las filas del ejército”. (2) Según los mismos historiadores españoles, ellos fueron los más activos agentes de la revolución “pregonando el brillo y entusiasmo de las tropas de Buenos Aires y la justicia de la causa que sostenían, a la vez que difundían ideas nuevas e ideas subversivas, promoviendo reuniones clandestinas, que predisponían a las poblaciones a la sedición”.

Enrique Paillardelle había partido de Tacna el 5 de agosto de 1813, era uno de los enviados de don Manuel Rivero, regidor de la ciudad de Arequipa y de don Manuel Calderón de la Barca alcalde del Cabildo de Tacna  para entrevistarse en el Alto Perú con el general Manuel Belgrano. En su propia declaración testimonial de Paillardelle sobre el movimiento insurreccional de Tacna dice: el “Capitán Gral. Sr. Don Manuel Belgrano (…) me dio la orden de ejecutar el movimiento en virtud de que la Costa, no tenía nada que temer, pues el ejército de Pezuela, se hallaba sujeto con tenerlo al frente”. (3) Después de entrevistarse con Belgrano en el cuartel de Vilcapuqio a mediados de agosto, alistaron un plan de insurrección que fue proyectado entre varios patriotas de las costas occidentales del Bajo Perú, como del Cuzco, Arequipa, Moquegua y Tacna. También estaban comprometidos los de Arica y Tarapacá. Para cumplir esta misión salió del Cuzco Julián de Peñaranda, quien tenía la tarea de concertar los medios con los habitantes de la costa sur, Peñaranda antes partió a Tarapacá y de aquí a Tacna, mientras que Paillardelle acordaba con los patriotas de Puno y Arequipa. Poco después en Tacna, el primer alcalde don Manuel Calderón de la Barca, el coronel Carlos García Rivero, el comandante José Gómez, don Julián de Peñaranda, representante de las costas occidentes del Bajo Perú, y Paillardelle acordaron el plan sumándose don José Egilio de Barrios y algunos vecinos de Moquegua. De Arequipa el regidor don Manuel Rivero, hermano del Subdelegado de Tacna, era el principal promotor, quien había sido nombrado por el general Belgrano como Comandante General de Armas de las Costas del Bajo Perú.

El desarrollo del Levantamiento

La fecha señalada para el levantamiento insurreccional había sido fijada para el 28 de setiembre. La mayoría de los insurgentes opinaba que se esperase el resultado de la próxima batalla que iba a dar el ejército argentino en el Alto Perú. Pues la debacle de Huaqui, y el fracaso del movimiento de Zela del 20 de junio de 1811 estaba presente. El mismo Paillardelle explicò por què se eligió ese fecha: “ Llegué a Tacna en ocasión de que el Capitán  D. Antonio Palacios se hallaba  Comisionado de Pezuela para sacar de la Costa dos cientos Caballos, y quatro cintas Mulas, y apurando mis pasos con este motibo pasé inmediatamente á Arequipa a dar cuenta de mi Comisión después de haver hecho esta diligencia con el cavildo de Tacna y en vista de q. no le prestaba el aucilio que pedían, desmayaron algo los ánimos que se hallaban enteramente entusiasmado. Entregué la orn. Al Comandante Gral. Quien tomando la cosa con empeño me dio el oficio cuya copia acompaño a V.E. nombrándome de su Mayor General para que ejecutase en Tacna, y habiendo determinado el referido Palacios salir el 5 de Octubre de dicho pueblo con los doscientos Caballos herrados de piez y manos, y las quatro cientas mulas  el día 3 del mez moví ese pueblo acompañado de varios sujetos…”.(4)

Ante la aparente tranquilidad del vecindario de Tacna, el 3 de octubre de 1813, siendo a las 11.30 de la noche, los insurrectos encabezados por Paillardelle decidieron dar el golpe sin resistencia apoderándose del cuartel y fusiles. Don Julián de Peñaranda, informò a Belgrano, desde Potosí el 18 de octubre, de los sucesos ocurridos en Tacna, y dice: “En ella pues nos reunimos D. Manuel Calderón  D. Enrique Payllardelle, y S. José Gomez, con cien hombres más, y nos encaminamos á casa del ex Subdelegado D. Antonio Rivero á quien no encontrándolo  le tomamos algún número de fusiles y en seguida el Quartel. Se cercaron los caminos, y todos los puntos con muchos Indios, para que ninguno saliese fuera; lo hicimos preso al armero y conductor de caballos del General contrario quitándole doscientos caballos hermosos, que quedan a disposición de V.E. los mismos que estaban próximos  á ser dirigidos á nuestros adversarios”.(5)

La sincronización preparada por los insurgentes de Tacna, y los demás pueblos comprometidos falló. En Arequipa, el reciente nombrado por Belgrano, como Comandante General, don Manuel Rivero; había sido detenido y puesto en prisión. Y las demás provincias comprometidas con este movimiento no respondieron favorablemente, y más bien las fuerzas enemigas afincadas en estas provincias asfixiaron al único pueblo que se había levantado en armas.

El día 7 de octubre, o sea 3 días después de de la insurrección de Tacna, Enrique Paillardelle ya conocía la derrota del Ejército Auxiliar del Alto Perú en Vilcapuqio conducido por el general Manuel Belgrano. Había pasado 4 días y no existía instrucciones e indicaciones del Comandante General don Manuel Rivero, que se encontraba preso en Arequipa, solo quedaba recibir y esperar las instrucciones de Belgrano, y mientras resistía y esperaba intentó liberar a los negros esclavos para incorporarlos al ejército patriota insurgente de Tacna, sin poder lograr su cometido por protesta de sus dueños y otros lugareños.

El 31 de octubre, después de 28 días del movimiento insurreccional del pueblo de Tacna, Paillardelle estaba “desamparado” a su suerte, no había recibido instrucciones de Manuel Rivero ni de Belgrano, y peor aùn, algunos oficiales patriotas habías sido seducidos por el enemigo, aún así presentó batalla con 280 hombres reunidos en Tacna y sus cercanías, 110 de infantería entre ellos 40 estaban armados de fusiles y escopetas, y los demás de lanza. La caballería de lanza, estaba conformado por 170 hombres. Los españolistas tenían el plan de cercar Tacna; de Puno venían 400 hombres de fusil por el camino de Torata, de Arequipa y Moquegua 325 y de Arica 200 hombres: 120 de fusil, 50 de caballería de lanza y 30 de artillería. Paillardelle con este escenario decidiò en embestir y presentar batalla a la división de Arequipa, escogido por no tener caballería.

El historiador Vargas Ugarte nos precisa así: “El combate fue de corta duración; la disciplina y buen orden de las tropas leales se sobrepusieron al número y desconcierto de los tacneños. Según el mismo jefe español la acción vino a durar poco más de media hora, es decir que todo se redujo a un ligero tiroteo y al avance de sus soldados. De éstos sólo hubo un herido. Los prisioneros hechos en el campo fueron unos 18, entre ellos el comandante de la caballería Pedro José Rospigliosi. Paillardelle abandonó el campo de Camiara con los restos de su ejército  y el 1 de noviembre entraba a Tacna (…) Al amanecer del día 2, Enrique Paillardelle, seguido por unos cuantos adictos a la causa, tomó el camino de Alto Perú. La segunda insurrección de Tacna había terminado, no tan precipitadamente como la primera, pero también como haciendo eco a los reveses de los ejércitos argentinos invasores del altiplano. (…) (6)

         El carácter del movimiento insurgente

Para comprender este acontecimiento histórico sucedido en 1813 en Tacna, debemos afirmar que el levantamiento encabezado por Enrique Paillardelle no ha sido un hecho aislado, sino, fue parte integrante de un determinado proceso histórico que había surgido con la revolución del 25 de mayo de 1810 en Buenos Aires. Mariano Moreno era digamos el profeta del movimiento, había traducido El Contrato Social y la Declaración de los Derechos del Hombre, y este era su evangelio. Y junto a Juan José Castelli, el brillante orador de las jornadas de la revolución de mayo, representaban los dos grandes patriotas que aspiraban decididamente la independencia y la libertad de estos suelos de América.

A finales del año 1812 y los primeros meses de 1813 la revolución de Mayo, se radicalizaba profundamente con las siguientes medidas: no podían reunirse más de tres españoles europeos, y en caso de contravención, serían sorteados y fusilados, en los hechos la independencia se había constituido dejando para más adelante su proclamación; también se cambio una nueva formula de juramento, haciendo desaparecer el nombre de Fernando VII con que hasta entonces el gobierno autorizaba sus actos, y la muestra política individual ha sido proclamando una nueva ciudadanía: “En termino de quince días”, decía el proclama, “serán removidos de los empleos eclesiásticos, civiles y militares, todos los europeos que no hayan obtenido el título de ciudadanos”. Se creó un nuevo escudo en reemplazo y se mandó a bajar de todas las fachadas las armas del rey de España, se abolió los mayorazgos, los blasones y las distinciones nobiliarias, también se creó una nueva moneda con la leyenda EN UNIÖN Y LIBERTAD, y en la administración de justicia, se abolió los recursos a la Metrópoli, último vínculo legal que ligaba las colonias a la España. Se prohibió la introducción de nuevos esclavos, se autorizó la educación de los libertos; se abolió la inquisición, se eximió de los tributos a los indios y comenzó a regir una norma sobre la libertad de imprenta. Y por último Belgrano creó la bandera azul y blanca que reemplazo completamente a la bandera española.

Estas eran las muestras claras de las ideas centrales de lo que significaba la independencia. José Carlos Mariátegui afirma así: “La política de España obstaculizaba y contrariaba totalmente el desenvolvimiento económico de las colonias al no permitirles traficar con ninguna otra nación y reservarse como metrópoli, acaparándolo exclusivamente, el derecho de todo comercio y empresa en sus dominios. El impulso natural de las fuerzas productoras de las colonias pugnaba por romper este lazo. La naciente economía de las embrionarias formaciones nacionales de América necesitaba imperiosamente, para conseguir su desarrollo, desvincularse de la rígida autoridad y emanciparse de la medieval mentalidad del re de España. El hombre de estudio de nuestra época no puede dejar de ver aquí el más dominante factor histórico de la revolución de la independencia sud-americana…” (7)

Con estas características, y en estas  circunstancias ocurre el movimiento insurreccional del 3 de octubre de 1813, el historiador Machado Rivas señala: “…los movimientos de 1810 fueron en realidad precipitados por las masas populares que, en muchas ocasiones, presionaron sobre sus propios caudillos para excitarlos a la acción”. (8) Esta caracterización de Machado sobre los movimientos preemancipadoras creemos que también es válido para Tacna, el  historiador argentino J.A. Alberdi dice: “Según los españoles, el caudillaje americano era el patriotismo, el americanismo, la revolución de la independencia”. (9) Solo así, se puede explicar los alzamientos en armas de Huanuco, Cuzco y otros territorios del virreinato de Lima y del Río de Plata. Enrique Paillardelle y los demás patriotas ejecutaron la acción insurgente en Tacna, con el claro objetivo y propósito de buscar la independencia del Bajo Perú, Paillardelle, abrazò las ideas de la revolución de Mayo y representò el pensamiento y acción más avanzada para su época considerando que el Perú era el centro del poder español. No existía otra alternativa, no era posible otra vía, continuar y rehuir significaba prolongar el orden colonial, por esta misma razón las fuerzas de la revolución tomaron los fusiles para iniciar la lucha armada en esta parte del Perú y llegar hasta Lima junto al ejército de Belgrano.

El carácter del movimiento insurgente encabezado por Paillardelle era esencialmente revolucionario, tenía un contenido libertario, su acción fue inmoladora y enfrentó militarmente a las fuerzas españolistas. La participación de la población en este levantamiento no fue homogénea, si bien participaron criollos, mestizos, indios, y hasta tropas regulares al servicio del rey, también, seguro algunos mulatos y hasta nativos españoles,  ha existido una resistencia de los hacendados esclavistas de esta ciudad a no liberar a sus esclavos para la causa de la independencia. Por testimonio propio Paillardelle dice: “…intenté dar la libertad á los Negros, lo que no pude verificar á causa de que algunos malbados me amotinaron la Gente, y no pudiendo castigar á estos por no tener como sostener mis determinaciones, me fue imposible  tomar medidas para apoderarme del resto de la Costa”. (10)

Tacna, no tiene profundas raíces históricas feudales en su economía, su desarrollo socioeconómico, por entonces, siempre estuvo orientado por la actividad comercial y mercantil dependiente de otros centros mayores, eso mismo, ha hecho que no se desarrolle una clase social bien cuajada y poderosa, como sucediò en Buenos Aires o Santiago. Los criollos patriotas eran se puede decir seguidores de Mariano Moreno, Castelli, Monteagudo y Belgrano, todos ellos jacobinos que dejaron su testimonio en sus proclamas y acciones, con la mirada en la independencia de Amèrica.

NOTAS:
  1.      Mitre Bartolomé. Historia de San Martín. Editorial “Suelo Argentino”, Buenos Aires, 1960, Pág. 305.
2.      García Camba, Andrés. Memorias para la historia de las armas en el Perú. Madrid, Tomo I. 1916.Pág. 94.
3.      Documentos referentes a la guerra de la independencia y emancipación política de la República Argentina y de otras secciones de América a que cooperó desde 1810 a 1823. Plan del teniente coronel Don Enrique Paillardelle para llevar la guerra al Bajo Perú. AGN. Buenos Aires, 1917.Tomo III. Pág. 223.
4.      Documentos referentes…Págs. 223 y 224.
5.      Gaceta Ministerial Extraordinaria de Buenos Aires. Sábado 13 de noviembre de 1813. Tomo III. Págs. 567 y 568. Reimpresión facsimilar. 1912.
6.      Vargas Ugarte, Rubén. Historia general del Perú. Barcelona, 1966. Tomo V. Pág. 235.
7.      Mariátegui, José Carlos. 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana. Ed. Minerva. Lima.1986. Pág. 17.
8.      Machado Rivas L. Movimientos revolucionarios en las colonias españolas de América. Ed. Claridad. 1940. Pág. 78.
9.      J.B.Alberdi. Belgrano. Proceso a Mitre. Buenos Aires.1967.Pág. 143.
10.  Documentos referentes…Pág. 223.



DATOS EXTRA QUE MERECEN NUESTRA LECTURA: