Soy de TACNA, y escribo desde acá ocurrencias propias y no necesariamente por coyunturas.

sábado, 28 de septiembre de 2013

BLANCO Y NEGRO

 -Porque la vida no es solo lo que hace Ollanta (más bien, lo que no hace), cómo eliminan a Perú o los entretelones de los próximos candidatos al sillón municipal de Tacna, aquí está este distraído de la realidad con una entrada sobre mundos fantásticos y amores extraños.

-Noughts and Crosses, Blanco y Negro según la traducción que poseo, es una novela de ficción con un tema real.

-Un soleado mediodía arequipeño, pasando por la conocida Avenida Mariscal Castilla, encontré este libro, a la venta a solo 3 nuevos soles. De lo más absurdo, pues ese precio no lo vale ni el papel de que está hecho.

-Son las 8 con 26. Los mocos se me caen debido a una fea gripe para la cual no tengo más pastilla que el tiempo, dada mi suma indigencia económica actual. Ya voy concluyendo la obra: Ciento catorce: Callum. Dejo el libro porque sé que no lo terminaré en los quince minutos que tengo para llegar al trabajo. Allá con Callum y su arresto, en la tarde veré si  se electrocuta intentando escapar como su padre, o si por la magia de Blackman termina en los brazos de Sephy y, por ende, en felicidad. Yo me tengo que ir al trabajo.

-Sin embargo, no logro retirarme de aquí. Intento concebir cómo hacer interesante este cúmulo de párrafos a veces sin conexión para hacer más entendible el relato. Será que debo evitar palabras difíciles, tendré que cambiar “cúmulo” o “mocos.” No creo que lo haga. En el fondo, lo que busco es que se aprecie el trabajo para publicar esta entrada. Cambio la fuente al texto a Arial. Me voy a  trabajar.

-Retomando, sí. Es muy extraño que vendan un libro a precio tan bajo. Ha pensado varias causas: los robaron de una librería, nadie ha querido comprarlo (lo cual es absurdo, pues la historia que cuenta es de primera), es de contrabando, la Editorial ha tenido un gesto para con nosotros los pobres. Esa tarde, en el bus, para pasar el trayecto de vuelta a mi Tacna, y de paso evitar la mala película que pusieron, terminé de leer una novela de Cuautémoc Sánchez. Una novela de esas que no me gustan leer.

-No puedo creer cómo es que he terminado fascinado con la lectura del mejicano. Al principio, lo tomé como obligación laboral y nada más; luego se convirtió en interés puro. Yo nunca lograría contar historias así.

-¿Qué más había comprado ese domingo? Es cierto, estaba allí, al lado de Blanco y Negro, Black Jack, con la imagen de portada de la película del mismo nombre. Ni una pizca de atención. “¿Cuánto está Blanco y Negro (lo gracioso es que quería el libro únicamente por su apariencia exterior, casi casi para solo llenar mi magra biblioteca)?” “Esta y Black Jack las dos a cinco soles.” Ah, entonces, no me había costado 3 soles, sino 2.5 soles. La radio dice: son las 8 y 45. Es cierto, aún no me he ido al trabajo. Diantres!!! Mis monedas de colección. Ya las recuperaré. Ni siquiera he escrito de qué trata la novela. Vaya. Habrá que dividir esto en partes, de otro modo, yo mismo me intimidaré ante tanto texto sin motivo. Los mocos, los mocos.

-Es casi medianoche. Ya no hay más historia que conocer. Murió. Es quizá tardío, pero no mucho hace que voy experimentando finales distintos a los típicos del héroe triunfador. Y así me creo alguien que ha leído. Vaya, no tengo ideas.

-¡El TomorrowWorld! Diablos, arruinó mi literatura.

-09:41 horas. Sábado. Es casi nuestra misma sociedad, con sus pregones de igualdad y sus hechos negándolos. Pero hay unos cambios. Los blanquiñosos, rubios y de ojos azules pertenecen al grupo de los miserables e indefensos, son los ceros; los negritos son los dueños del mundo, las cruces.  

-10:05. Hoy está nublado. En apariencia, la primavera se siente más fría que lo último del invierno. Los ceros viven en barrios de mala muerte y son los empleados de las cruces. Son maltratados, apenas y los dejan ir a las escuelas, no poseen nada, no son nada. La marginación atroz que padecen (“no hace mucho que acabó la esclavitud”, recuerda uno de ellos) ha originado el sentimiento de lucha en algunos de los “pálidos” como los llaman despectivamente los negritos. Tiene su propio grupo terrorista, La Milicia de Liberación, encargada de los atentados contra las cruces o equis, como respuesta a establishment del planeta. Los varones de familia de Callum, uno de los protagonistas, llegan a enrolarse en la Milicia. De los cinco integrantes de esta familia, mueren tres: una se suicida, otro electrocutado en la cárcel y finalmente el último, Callum, ahorcado por enamorar y embarazar a una cruz, Sephy, la otra protagonista de la historia. El otro hermano termina siendo un prófugo de la justicia. Solo la madre sobrevive para sufrir la dura pena que es perder a esposo e hijos de manera así de trágica.

- 10:22 horas. Hoy juega el Bolo. Definitivamente, siento que la inversión de 2.5 soles que hice allá en el cruce de la Mariscal Castilla y la Venezuela me ha rendido con creces. ¿Recomendada?  Sin duda que sí.

-Diez y media de la mañana. Sábado. Por lo que leo en internet ahora, esta Blanco y Negro es la primera parte de una trilogía. Chido! Y yo que pensaba y sufría porque creía que todo había terminado. Solo quien lo ha experimentado tiene la certeza: qué inmensa fortuna el haber nacido con imaginación tan potente para viajar verdaderamente sin salir de casa.





Black Jack, Blackman y Sánchez, mi almuerzo esa soleada tarde de regreso a Tacna.



Portada de la edición en Inglés.

domingo, 22 de septiembre de 2013

"ESTOS FORÁNEOS NOS QUITAN EL PAN DE LA BOCA"


Años atrás, leía en un diario local disputas originadas por contrataciones que hacía una municipalidad o el Gobierno Regional. La nota resaltaba el enfado de los técnicos y profesionales, egresados de centros de estudio superiores tacneños, porque los mencionados entes estatales contrataban a profesionales y técnicos de otras ciudades (y, de paso, de otras universidades e institutos). "¿Es que acaso en Tacna no hay buenos profesionales?", alegaba una de estas personas. "Estos foráneos nos están quitando el pan de la boca", espetaba otra.

No sé en qué llegó a parar el asunto. Tal vez hicieron caso a la protesta y emplearon al personal tacneño, o tal vez no. Sin embargo, el punto que intento resaltar no es este, sino la validez de la queja en sí. No podría negar que en nuestra ciudad se formen profesionales competentes en su disciplina. Por más que la calidad de nuestros Centros Superiores de Estudios sea baja*, no es que las demás universidades peruanas sean Harvard o el MIT. El problema educativo nuestro es nacional.

Eso no justifica, en mi parecer, que neguemos la oportunidad a profesionales con experiencias educativas distintas de la del nuestro apacible Valle del Caplina, o peruana. Por el contrario soy de la opinión de que debiéramos fomentarla. Un pueblo se enriquece con los aportes de otros pueblos, en mano de obra, conocimientos, innovaciones. Ya no más con el concepto trasnochado de un encierro mental y legal hacia lo extranjero. Quizá sea falso no salgan buenos profesionales de nuestras universidades. Sin embargo, hay que admitir, con hidalguía y nada de mezquindad, que los hay mejores en otras latitudes y ya es hora de que los "utilicemos" parte de su talento para nuestro desarrollo.

Es cierto que tenemos en el imaginario el mal trato que recibieron los peruanos que, durante unos veinte años y a causa del problema de país que éramos, intentaron encontrar trabajo en la Península. Pero, ¿será acaso que estorbándoles el ingreso vamos a lograr cambiar el pasado? ¿España o Chile nos darán algo por tratar mal a sus compatriotas que lleguen aquí? 

Tampoco es que lleguemos a ser unos lamebotas de todo lo extranjero, como sucede a veces en gente sin identidad ni dignidad, o como pasaba, por ejemplo, antes cuando nuestras caricaturas de periodistas deportivos se referían a los argentinos. No. El asunto ahora es aprovechar toda la experiencia de la Europa desarrollada que traen estos nuevos trabajadores y volcarla en nuestras instituciones y demás.

El diario español El País ha publicado hace no mucho un artículo que trata precisamente de inmigrantes españoles (los expatriados) en nuestra Patria. Afortunadamente, lejos de ser espantados por los peruanos, están siendo bien acogidos, lo que muestra mayor y mejor sensatez en nosotros.**

Creo que me excedí en palabras; mi intención era solo presentar esta información. Entonces, ahí va.


Oportunidades en un país emergente

Los trabajadores españoles, la tercera fuerza laboral inmigrante en Perú, alaban la buena acogida que reciben en la pujante economía suramericana


Españoles y argentinos rivalizan por el tercer lugar como fuerza laboral inmigrante en Perú. Cada mes, llegan en promedio 350 españoles en calidad de trabajadores, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). 12.000 kilómetros de distancia con sus familiares que los entrevistados para este reportaje atenúan con el correo electrónico.

“A diferencia de otros países, por lo general, en Perú reciben bien al extranjero que llega con una buena formación”, asegura Belén Muñoz Sánchez (30 años), copropietaria de un nuevo restaurant en Miraflores (Lima) y formada en administración de empresas en Esade, al igual que su socio español. Lleva un año y tres meses en la capital peruana. “El impacto cultural es grande porque la cultura y los ritmos son diferentes, nosotros somos más drásticos, bruscos, al comunicar. Y además, aquí dan muchos rodeos para expresarse. Ahora pido diferente las cosas”, explica.

La empresaria, que renunció a su trabajo en Londres en una consultora, hace un balance positivo de su inversión, y ahora proyecta vender, en otro local, alimentos españoles y desarrollar una línea de catering. “La demanda está creciendo en Lima”, apunta.

Muñoz describe los trámites migratorios como “tediosos”. Y de lo relativo a la apertura de un negocio empresarial destaca que la parte contable y tributaria es “un poco más complicada” que la española. “Perú está comenzando a emerger. Hay muchas cosas que se pueden montar. Prácticamente no hay lavanderías automáticas, falta infraestructura, se puede aprovechar la experiencia (española) de transporte no motorizado, no hay un buen lugar en internet de oferta inmobiliaria”, sugiere.

El ingeniero industrial Carlos Adell (30 años) comparte la misma preocupación de Belén por la polución, el transporte y algunos “comportamientos cívicos”. Le ha costado adaptarse a la ausencia de reglas en las vías. “¡No puedo con cómo conducen! Pero ahora yo también conduzco así”, comenta con una risa nerviosa. La historiadora del arte María Luisa Muñoz-Cobo (37 años), que padeció también la ausencia de normas cuando conducía en Argelia, comenta: “Al volver a España, creo que me van a quitar el carné”. La madrileña es jefa de la oficina de proyección internacional del Museo de Arte de Lima.

Hace dos años, antes de su vida en Lima, el ingeniero Adell colaboraba eventualmente con una empresa peruana formada por dos personas. Decidió irse de Barcelona cuando disminuyeron los encargos de su otro trabajo. Ahora es empleado de la compañía peruana que suma 140 trabajadores. Su contrato fue aprobado porque contribuyó en la tecnología de construcción para 3.500 casas en Ica, a unas seis horas de Lima en bus. Considera que los trámites migratorios son “pesados”, pero no necesitó un tramitador.

“¿Un consejo para otros? Depende del rubro: es un país al que vale la pena venir. En ingeniería hay más demanda, pero los chefs lo tendrían complicado”, opina Adell.




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*Tanto, que algún joven semi-indignado le haya lanzado algunas parodias tiempo atrás (BOLETÍN UNIVERSITARIONOTICIA UNIVERSITARIA, etc.) de los que aún no es capaz de retractarse.
**Lo que sí podría espantarlos es nuestra inmensa y  lentísima burocracia en términos de migración.

domingo, 15 de septiembre de 2013

RETRATOS DE NAPOLEÓN

« En esta época de su vida -dice la duquesa de Abrantes- Napoleón era feo. Más adelante se obró en él un cambio total. No hablo de la aureola prestigiosa de su gloria; me refiero tan solo al cambio físico que se experimentó en él en el espacio de siete años. Él, que era descarnado, pálido y de un aspecto enfermizo, se cubrió de carnes, mejoró de color y se embelleció. Sus facciones angulosas y puntiagudas se redondearon; su mirada y sonrisa no se alteraron, siendo siempre admirables. Su peinado, que tanto nos choca hoy en los grabados del puente de Arcola, era entonces muy sencillo, porque esos mismos lechuguinos que tanto le desagradaban tenían el pelo aún más largo; pero su tez estaba tan amarilla  en esa época, y cuidaba tan poco de su compostura, que sus cabellos mal peindaos y mal empolvados le daban un aspecto desagradable. Sus pequeñas manos han sufrido también una metamorfosis; en aquella época eran delgadas, largas y muy morenas.  Sabido es hasta qué punto llegó después su vanidad por ellas, y con razón. En fin, cuando me represento a Napoleón entrando en 1795 en el patio del hotel de la Tranquilidad, en la calle de Filles-Saint-Thomas, atravesándolo con un paso desgarbado e incierto, llevando un mal sombrero encajado hasta las cejas y dejando escapar sus dos «orejas de perro» mal empolvadas y cayendo sobre el cuello de aquella levita gris, que fue después una bandera tan gloriosa; sin guantes porque los creía un gasto inútil; unas botas mal hechas y sucias, y con aquel conjunto desagradable, resultado de su delgadez y su color amarillo; cuando evoco su recuerdo de aquella época y le miro después, no puedo ver el mismo hombre en los retratos.»

Francois-Rene de Chateaubriand


Hoy, muy de mañana, en medio de la fría bruma tacneña de setiembre, pude reconocer a un joven Napoleón como el que retrataba la duquesa y transcribe el vizconde. Le quise saludar y él no hizo más que despedirse.