Soy de TACNA, y escribo desde acá ocurrencias propias y no necesariamente por coyunturas.

jueves, 28 de febrero de 2013

28 de febrero de 2013


La Loba triunfa. Tito lleva la antorcha al Templo, ante los ojos de su Berenice que abandonará bien pronto. ¡Perezca Judea!, decía Tito. Como ya lo había proclamado mil años antes la estela de Menephtah, he aquí “extirpada para siempre” la raíz de Israel. ¡Y sin embargo, no! Tito, delicia de los gentiles, mira: tu obra ha desaparecido, tus dioses han muerto, tu gloria ha perecido. Ha muerto, sin potencia, ese puño rudo y orgulloso que hizo un osario de la Casa del Eterno. Tito, tu Loba no tiene leche. Pero mira a esos judíos que golpeas y persigues: salen mejor templados de las llamas de su Templo y el vencido eres tú, Emperador victorioso. El que se sienta en tu trono vestido de púrpura no es, César, el heredero de los Césares, es el Vicario del Galileo, el Pontífice de una Jerusalén trasplantada. Doce oscuros judíos son ya, durante tu vida, dueños de tu ciudad para siempre. Y ese candelero de oro que arrebatas del Templo y cuya luz crees extinguida para siempre, esas siete lenguas de fuego surgen en la noche sepulcral de Roma, donde ya no velan las Vestales.


Georges Cattaui. Instancias de Israel

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