Soy de TACNA, y escribo desde acá ocurrencias propias y no necesariamente por coyunturas.

lunes, 30 de julio de 2012

ESTE ES MI PUEBLO. ALBERT EINSTEIN



30 – 07 -12


Estoy algo molesto: este libro lo pensaba leer y comentar en abril; recuerdo bien la fecha porque en ese mes de Semana Santa se me  ocurrió -a propósito de la antiguas imprecaciones eclesiásticas para con Israel en la Misa de Jueves Santo*- leer un libro relacionado con algún gran judío; y se me apareció el gran Einstein. Ha pasado mucho tiempo y merezco darme mi jalón de orejas por flojo y por trabajar en lugar de vivir.
Me disculpo conmigo; y acepto mis propias disculpas, pues no me queda otra. Aprovechando este par de días libres, leí el texto (pequeño en realidad) y lo presento ahora. Me gusta leer; ¡pobre de mí!
Iré desagregando apartados interesantes que he tomado del texto que se puede descargar AQUÍ.


Ante el fulgor de las Fiestas Patrias y de Londres, entro con un tema del todo desencajado :)

...




El tema del libro aparece al inicio del texto (p. 03):

Aparecen aquí reunidos varios trabajos del célebre físico, referentes a temas que nada tienen que ver con sus teorías científicas, y sí en cambio, con su manera de ver al mundo de los hombres y su destino histórico.
La primera parte, reúne varias publicaciones en torno al tema del Judaísmo, que implica también abordar su toma de conciencia del ser judío a nivel personal, y a nivel social. Los otros escritos están referidos a diversas circunstancias que vivió el mundo europeo a partir de la segunda guerra mundial, su correlación con el pueblo judío, y el registro personal que en cada ocasión dio a conocer el propio Einstein.


Una descripción poética del gran físico en la página 14:

Al tratar de comprender por qué Einstein atrae la imaginación de tantos de sus semejantes, acude a mi mente una extraña comparación. En una aldea de la India hay un sabio y anciano santo. Está sentado bajo un árbol y nunca habla. La gente observa sus ojos dirigidos hacia el cielo. No conocen los pensamientos de ese anciano, porque siempre permanece silencioso. Pero se forman su propia imagen del santo, una representación que los conforta. Perciben una profunda sabiduría y bondad en sus ojos. Traen alimentos hasta el árbol donde está sentado el hombre, felices de que en virtud de este pequeño sacrificio puedan formar una comunión con los elevados pensamientos de su santo.
En nuestra civilización no tenemos aldeanos primitivos ni santos silenciosos y contemplativos. Sin embargo, vemos en nuestros diarios la figura de un hombre que no va a la peluquería, que no usa corbata ni medias, cuyos ojos parecen mirar apartados de las pequeñeces de nuestro mundo. No brega por la comodidad personal. Se preocupa poco por todas las cosas que tanto significan en nuestras vidas. Si habla en defensa de una causa, no lo hace por su gloria personal. Es alentador para nosotros saber que un hombre así aún existe, un hombre cuyos pensamientos están dirigidos hacia las estrellas. Le otorgamos la admiración en virtud de que al admirarlo nos demostramos que también nosotros anhelamos las estrellas lejana.


¿Einstein era religioso? No, por cierto. Veía en el judaísmo más que un dogma o Fe, el aporte en valores que ha dado a la humanidad:

El judaísmo no es un dogma frío. El dios judío es sólo la negación de la superstición, un resultado imaginario de su eliminación. Es también una tentativa de fundar sobre el miedo una ley moral, que no deja de ser una tentativa lamentable y deshonrosa. Sin embargo, me parece que la profunda tradición moral del pueblo judío se emancipó en una medida muy considerable de ese temor. También es claro que el "servir a Dios" fue equiparado con el "servir a los seres vivientes". A favor de esto han luchado incansablemente los mejores espíritus entre el pueblo judío, en especial los profetas y Jesucristo. (p. 17)


Percibo mayor verdad en estas palabras de Einstein (aun siendo muy idealizadas) que en otras más conspiracionistas:

Es característico que en el precepto de guardar asueto y santificar el día sábado, fueron incluidos también, de manera expresa, los animales de trabajo: hasta tal punto se sentía como un ideal la exigencia y la necesidad de solidaridad entre todos los seres vivientes. Más fuerte aún es la expresión del requerimiento de solidaridad de todos los hombres, y no es mera casualidad que las reivindicaciones socialistas hayan sido planteadas, en su mayor parte, por judíos. (p. 18)


Frase digna de ser más conocida:

Al servicio de la vida, el sacrificio se convierte en una bendición. (p. 31)


Esto es para los obnubilados con el conocimiento y la modernidad:

Nuestra época se muestra orgullosa del progreso que ha conquistado en el desarrollo intelectual del  hombre. La investigación y el esfuerzo por llegar a la verdad y al conocimiento son las más elevadas cualidades humanas, si bien a menudo el orgullo lo expresan ruidosamente quienes hacen los menores esfuerzos. Y deberíamos cuidarnos, por cierto, de no convertir al intelecto en nuestro dios; él tiene, sin duda, músculos potentes, pero no personalidad. No puede guiar, sino sólo servir, y no es exigente en la elección de conductores. Esta característica se refleja en las cualidades de sus sacerdotes, los intelectuales.
El intelecto tiene una profunda consideración por los métodos y los instrumentos, pero es ciego para los fines y los valores. No sorprende así que esta ceguera fatal se transmita de los viejos a los jóvenes y que desarrolle hoy toda una generación. (p. 52)



Einstein no quiso un estado de Israel políticamente constituido; el tiempo le ha dado algo de razón a sus dichos, aunque sabemos que apoyó al nuevo estado luego de su constitución:

Dejando a un lado las consideraciones prácticas, mi concepción de la naturaleza esencial del judaísmo se opone a la idea de un estado judío con fronteras, ejército y un grado de poder temporal, por modesto que fuera. Estoy espantado al pensar en el daño interno que sufrirá el judaísmo, sobre todo por el desarrollo de un nacionalismo estrecho en el interior de nuestras propias filas, contra el cual hemos estado siempre obligados a luchar enérgicamente, aun sin un estado judío. No somos ya los judíos del período de los Macabeos. (pp. 54 – 55)


Las que siguen son unas palabras muy duras contra Alemania, ocasionadas a partir del enfrentamiento que se tuvo en el guetto de Varsovia en 1944. No debe soslayarse las primeras palabras de este párrafo: hay mucha responsabilidad en el pueblo alemán,  con respecto a la ascensión y permanencia de Hitler, tanto de los católicos como de los protestantes que en su inmensa mayoría lo eligieron, sin coacción y conociendo gran parte de su programa.

Los alemanes son responsables como pueblo en su totalidad de esos asesinatos en masa y deben ser castigados como pueblo si hay justicia en el mundo y si la conciencia de responsabilidad colectiva de las naciones no está por desaparecer totalmente de la tierra. Detrás del partido nazi se halla el pueblo alemán que eligió a Hitler, después que éste mostró con claridad en su libro y sus discursos, sus intenciones vergonzosas, sin ninguna posibilidad de malentendidos. Los alemanes son el único pueblo que no ha efectuado ninguna tentativa seria de reaccionar para proteger a los inocentes perseguidos. Cuando están ya vencidos y comienzan a lamentarse de su suerte no debemos dejarnos engañar de nuevo, sino recordar que se han aprovechado sin escrúpulos de la benevolencia de los otros para la preparación de sus últimos y más afrentosos crímenes contra la humanidad. (p. 56)


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* Suprimidas a partir del Vaticano II.





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